jueves, 29 de septiembre de 2016



La convivencia con una persona con dificultades tales para la comunicación, con comportamientos bizarros y manierismos tan absurdos como desconcertantes, debería obligarlos tanto a buscar servicios educativos adecuados como así también prepararse ellos mismos para intentar enseñar y reforzar los conocimientos básicos y necesarios para su supervivencia e independencia. Esta tarea, como dice Thorwarth Bruey (1989) es ardua y parecerá no tener fin.
Habitualmente no estamos preparados para ser padres y en tal sentido, recibimos consejos de nuestros propios familiares como así también de libros especializados, quienes nos proporcionan una guía. Los papás de autistas están desamparados; los libros de cuidados infantiles son completamente inútiles para su crianza, al igual que los consejos, por lo que no cuentan con gran ayuda y son muy pocas las instituciones en nuestro medio que pueden brindarla (Bargalló, 2003)

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